viernes, 7 de octubre de 2011

CUENTOS PROPIOS DE GUSTAVO MEDINA

CUENTOS PROPIOS
DE GUSTAVO MEDINA



LEI CON MUCHA  ATENCION  LAS NARRACIONES, EPECIALEMENTE  DE ENRIQUE GIL GILBERT, Y, ME PARECE SENCILLAMENTE HERMOSAS Y TAN ADECUADAS PARA DESCRIBIR LA VIDA COTIDIANA.
            ¡CÓMO DESEO TENER ESA FACILIDAD DE LENGUAJE PARA DECIR LAS COSAS TAL COMO SE VEN – O MEJOR DICHO COMO SE DEBERIA VER – CON TODOS SUS DETALLES, YA QUE LOS DETALLES LE PINTAN AL PAISAJE. APENAS SOY   gustavo medina, UN GUSANO DE LA TIERRA, PERO TRATARÉ DE DESCRIBIR ALGUNAS PARTES DE MI VIDA Y DEL TIEMPO QUE TRANSCURRE AQUÍ EN TERAN....
             HOY 4 DE ENERO DEL 1993 ESCRIBO ESTAS LETRAS Y LO MAS ATARDE O MAS TEMPRANO BUSCARE UN TEMA PARA NARRAR.

¡DIOS MIO! QUE ERES DUEÑO DE TODAS LAS COSAS, AYUDAME A EMPRENDER ESTE NUEVO PASATIEMPO. OJALA, SIQUIERA A MI MISMO ME GUSTE LEER, CUANDO HAYA LLENADO ESTE CUADERNO.

NO LO DEDICO A NADIE, PORQUE ES UN  TRABAJO MIO, PROPIO COMO MI PIEL O COMO MI ROPA Y ELLO NO SE REGALA Y PORQUE HE APRENDIDO A NO SER TAN GENEROSO.

Gustavo  Medina t.
93-01-04










 A LA ROSARIO LE ENTERRARON BAJO TIERRA

Debía haber estado transcurriendo 1918 a 1920, cuando nació una niña india. Pero no estaba destinada a que le trataran de india, porque sus padres habían hecho de priostes varias veces y por ello ya merecía el título de “taita” y “mama”. Además como un producto de un cruce de razas, la niña tuvo una atracción física muy notable, solamente esas características que lleva la sangre en su fondo permitían distinguir que Rosario era de raza indígena; y, a demás por las costumbres propias de hablar mezclando castellano con quichua, pero un chichua de mala calidad. Eran cuatro hermanos, dos hermanas, Rosario y Rosa y dos hermanos Víctor y Rufino. Rosa la única  que vive – ella si es india- de piel cobrisa, labios gruesos, voz arroncada y ropa clásica  de la vestimenta, hasta hace unos pocos años ponía anaco y huashcas de mullos, ahora pone falda plizada o en las fiestas tablonada, de color especialmente azul o negro, también café, blusa, sueter, pañolón y sombrero de paño, zapatos de cuero o de cuacho y medias de lana como deportista, las medias son verdes, lilas o por ese estilo de colores.
            Rosario en la escuela dicen que lideraba el grupo, era procedente de hogar acomodado y traía reales diariamente para comprar pedazos de panela, le nombraban “patrona” – que cosas de esta vida – Rosario y le daban cargando los libros, la chalina, inclusive las chancletas hediondas; y, ella envanecida ordenaba ponerse en columna para que peguen una lamidita de panela. Pero no tenía traza de patrona, solamente la cara, el pelo largo y lacio pero un tanto ensortijado en su comienzo de la cabeza, los pies sucios, las ropas mal presentadas, pero el pedazo de dulce en la mano, le convertía en patrona de los niños – niños “blancos”-, Tapia, Medina, Pérez, Castillo, etc. que no tenían nada para comer en el camino  después de clases. Lo mismo sucedía cuando traía una bolsa de tela con choclos cocinados o mote de maíz mezclado con fréjol podrido. Pero no debe haber terminado la escuela, máximo tercer grado tendría. D e cuando haya sido señorita no tengo referencias, me parece que esas generaciones eran muy caseras, las señoritas no salían sino solamente a misa del domingo. Total yo me acuerdo desde cuando vivía en Rumipamba Chico, bajando por el recodo del camino, en la vuelta del finado  “chumado” – que era un brujo – ahí tenía una casa de tapiales con techo de paja de páramo, luego hicieron otra casa más presentada, acá a salida del mismo camino al filo de la carretera a Plazuela. Su marido se llamaba Manuel, Manuco le decían algunos, un hombre muy patriota, ayudó a su tocayo Manuel Medina a construir la escuela   Gabriel Urbina en 1 960. Pero la Rosario como le decían los contemporáneos y mama Rosario como le llamábamos nosotros, sobresalía en la parroquia por sus amoríos extramatrimoniales, con varios señores blancos e indios, más indios mismo que blancos, indios vestidos de blancos, inclusive dicen que uno de los hijos es del otro hombre, también era notable por las fiestas que organizaba, priostaba la fiesta de Navidad, con banda de música, flores, ceras, volatería, disfrazados, misa solemne y chumas por semanas enteras. La Rosario y el Manuel después de las fiestas, quedaban echados en las veredas chumados, agarrados todavía una botella de trago en la una y una copa de palo en la otra, acostados de lado, el uno cerca del otro, roncando, babeando, vomitando en la falda nueva, enlodada la blusa de vuelos, y quien sabe abusada en las intimidades cuantas veces por los vivos acompañantes, que andan tras de los priostes. Pasaba cara al sol y a la luna varias horas, nadie les llevaba a la casa, porque todos estaban borrachos y los hijos eran muy pequeños aún. Cuando se despertaba se encontraba con el frío de la noche o el sofoque del sol y tambaleándose se levantaba, recogía el sombrero, jalaba de una esquina el, pañolón que se encontraba estirado hasta media calle, le alzaba del brazo al marido, le levantaba en vilo, porque era una mujer grande, porte de una gringa y gorda, robusta y fuerte, carajeando a algunos que de lejos mirábamos y de lado alado seguía hacia la casa, pues la fiesta había terminado. Así era mama Rosario, por esas hazañas le respetaban y tenía que decirle “Mama Rosario”. A causa de tanta fiesta poco a poco fue perdiendo las propiedades, para cada fiesta debía vender un terreno o empeñarlo por lo menos y eso era casi imposible recuperar. Tenía una linda huerta de manzanas de dos cuadras más o menos en la primera casa que nombré, sembraba maíz y tenía para vender y para comer, pero para hacerse priosta y para saldar algunas deudas, dejó rematar el terreno con un patrón blanco, descendiente de colombianos que no solo le quitó el terreno, sino que también se llevó a la hija, una niña casi todavía, pero linda mujer, era bonita, blanca, bien formada y hermosa, se aficionó el patrón de la Maruja y se llevó para aumentar su harén que mantenía en el cantón Pangua. La señora Maruja se convirtió en la primera mujer del patrón, las otras dicen que ya estaban viejas y la Maruja solo tenía diecinueve años, rica hembra para un viejo de cincuenta años. Tener como yerno a un patrón de verdad creció  más aun a la mama Rosario, comenzó a comerciar en el mismo camión del yerno, viajando con víveres a la Costa. Mientras ella viajaba con la hija y el yerno, aquí el Manuel padecía hambres largos y soledades prolongadas. Arto de tanto abandono y agobiado por los años murió justo en la fiesta de carnaval de 1 991. La Rosario también bastante achacada regresó a vivir aquí en Terán, ya no podía andar por la artritis y un día me dijo: - me dicen en la fila de flores que coma solo legumbres, que las carnes hacen daño - . – No Rosario, para la artritis debe comer una dieta de yuca, nada de carnes dan cáncer de intestino o estómago, nada de harinas ni fideos, tampoco pan blanco, esas cosas forman almohadillas en las articulaciones. _ Dios la pai don Gustavito – me dijo- Voy a hacer lo que me dice, ojalá me alivie-
- Si no le hace nada bien, por lo menos le da yuca a la enfermedad-
- Jajayyy cholo malo, burlándose de la pobre vieja, no!
- Que me voy a burlar, solo le quiero hacer reír.
- Muchas gracias, pícaro, noo!
Así rengueando, adolorida, vieja, arropada, quejándose, siguió viviendo sola en la casa de la calle. Se le oía decir:
- Vecina Evitaaa! por Dios regale un baldecito de agua.
- Venga tía Rosario, venga mejor almuerce mejor en mi casa.
- Póchicas, Dios le pague, mucha molestia para Ud. vecina evita!
- ¿Y los hijos, tía no han venido?.
- Puff; perros, si la vaga de la Tiodosa, viviendo aquí mismo no viene a verme, el Lucho de policía en Quito, le han dado el pase para allá, el papa Cholo en el carro con el comercio, no puede abandonar por pagar las letras, el omoto del Juanito de repente viene a verme, me deja siquiera mediecitos para pagar del agua y de la luz.
- Coma, coma tía, el sábado 8 de enero es pago de agua.
- Ojalá viva para el otro año. Qué rico! dónde compró pues cuero de puerco!
- Los priostes de Navidad han regalado a mi hijito y ahora hice caldito. ¿ otro caldito tiía...?
- No, Dios le pague, chamito regáleme, Evita.
En otras épocas los diálogos eran de diferente sentido, los tiempos eran buenos, la salud y el dinero estaban presentes, los hijos trabajando, Rosario y Manuel en Terán, hasta cierto punto gozando de bonanza. El haciendo carga de las sementeras, ella viajando a vender la carguita, trayendo el dinero, trayendo los alimentos ....que alimentos, oigan el diálogo:
- Manuel, coma motecito-
- Dios le pague, pero has de traer pues más ornado, ya trayendo a, dos a dos platos se trae, no chulla plato-
- Ay no sea tan por demás, acabaré la plata trayendo solo golosinas!
- Coma choclos, coma mote, no sea goloso-
- Mañana a bastante carga haremos, porque buena va a estar la feria.
            Ahora son más amargos, viuda, enferma, vieja, abandonada, sin suficientes medios económicos. ¡ Ha, pero ahí llega mi hija Maruja.
- Mamita vengo para  llevarle a vivir con migo en Ambato, mamita!
- Diosolopay hija mía, pero no quiero dejar mi propia tierra.
- Pero aquí no hay quién le vea, no se da cuenta, ni la Tiodosa viene a rodear siquiera, las nietas dichas, peor. Ni vecinos hay aquí. Yo le de ver allá. La Estrellita también dice que venga a vivir con nosotros.
- Puuff, pero ella en la Universidad en Quito, que me ha de ver pes.
- Vamos no más mamita, ahí cerquita la Teresa, los hijos también- El Juan también viene  a vernos, solo el Lucho no llega por estar con la moza!
- Este longo perro, botar a mi Teresa, por semejante perra que ha conseguido!
- Ya no piense en eso mamita, recoja la ropita para llevar.
- JJee, bueno pues, me iré, pero con una condición Maruja!.  – Si me muero en tu casa, por Dios me han de traer a enterrarme aquí, en mi propia tierra, aquí hay gente quien me cargue siquiera, en la ciudad ni quien ha de acompañar.
            Se fueron faltando dos meses para terminar 1 992, allá pasó en cama, a base de pastillas e inyecciones. El  dolor insoportable,  demasiado fuerte el cáncer y más fuerte para su hija y su nuera, el sufrimiento de verle sufrir.
            Viernes de Navidad amaneció alumbrada la casa del pueblo, cuatro velas encendidas y un ataúd lleno de espejos por todos los costados. ¡ La Rosario había muerto! en noche buena. El Leonardo de prioste de Navidad, haciendo bulla afuera en la plaza, mama Rosario oyendo la fiesta en la caja, sin poder ver la última Navidad, la festividad que más le gustó, la fiesta que le dejó sin terrenos, pero con muchas amistades. Desde el frente el cadáver vio pasar, desde el proscenio, las chamizas, las flores, las ceras y la volatería, aunque por respeto los priostes ordenaron pasar dando la vuelta por detrás del salón del duelo, por una calle llena de hierbas y basura, pero ella se dio modos y mentalmente se dio la vuelta y vio toda la pasada, las vísperas también vio, la quema de chamizas, las luces de pólvora que subían al cielo, encendían una estrella y regresaban en rastrojos de carrizos. Y así amaneció el sábado, día de la fiesta y día del sepelio de mama Rosario.
- Hermanos, si alguien quiere decir algo acerca de nuestra hermana Rosario, tenga la bondad de pasar- dijo el cura, vestido de blanco y morado, pelo estrujado, cara pequeña, redonda, nariz hecho bola de tingar.
- Yo padre- se oyó una voz que pidió la palabra.
- Venga señora- contestó el cura y le dio el micrófono.
- Hermanos, quiero decir que mi tía Rosario, fue una mujer muy buena, generosa, religiosa, cariñosa, pero sufrió largos años por la enfermedad, en el abandono de los hijos. Era mi única vecina y la única tía que me quedaba, ahora se va por el llamado de Dios. Quiero que ahora que ya está muerta, los hijos se pongan de acuerdo y no sigan haciéndole sufrir. Ya sabemos qué es lo que ella les pedía- después se supo que ninguno de los hijos había sido bien casado- , calló, la sobrina y el cura le retiró el micrófono.
- Hermanos, por lo que dice, la señora Rosario ... siguió hablando el cura- sufrió mucho, ... bla.. bla .... bla, y dio tremendo sermón a los hijos que no cuidan a los padres y en especial a las madres.
            Tres arrodilladas cargados el cadáver, en la puerta de la iglesia y seguimos camino al cementerio. Oh sorpresa los priostes han estado esperando con la banda de músicos en media plaza y pasillo al viento subió la Rosario, seguida de más o menos tres cientas personas, entre acompañantes y dolientes, chumados, curiosos y fiesteros.
- En nicho le han de poner, noo- Comentaba la gente-
- No se piues, tal vez, claro, igual del marido han de poner pues. No, nada de nichos, ni cosas parecidas, en tierra, hueco profundo y ahí le botaron con la vista al sol, como cuando se quedaba chumada, después de las fiestas de priosta y los pies al Oriente. Tierra, piedras y canastos de flores le taparon y allí se quedó la mama Rosario.
- ajuyyy, carajo, ya me canso, dura ha estado la deshierba noo-
- Si está duro, pero acaba de contar  pues, por qué le han puesto en tierra a la Rosario, en lo que ellos son...!
- No ha de creer, pero no dirá a nadies.
- Qué te pasa pues, que voy a estar contando adefesios a nadie.
- Madre mía, diciendo que no ha tenido nada para dejar de herencia le han enterrado en el suelo.
_ Dios mío, qué me cuentas!
- Recemos mejor por la Rosario.... Padre nuestro que estás...... y así termina un día más de deshierbas de tomate en mi casa; y, así termina la conversa de las peonas de mi hermana.
Por: Gustavo Medina T. 1993-01-07.

CAMINANDO  A LA ESCUELA

Eran las siete de la mañana cuando llegué a la escuela cargada mis libros “Abramos Surcos”. Estaba estudiando en el sexto grado, con un profesor de unos cuarenta y cinco años le calculo, porque mi papá tiene cuarenta y tres y tiene menos canas. Le dicen señor Chavo, señor Chavito; los niños le decimos señor Gustavo. Es un profesor que sabe bastante, habla de todo, como el mismo dice – Hablo estupideces. Pero este día no quería hablar estupideces, estaba un poco callado, parecía que no había dormido completo, tenía los ojos un poco rojos, yo le vi porque me siento en la primera banca de adelante. Con mi amiga Carlota comentamos: - Parece que el señor se ha chumado, ella dijo – Noo, el no toma. – Entonces? pregunté _qué le pasará?. - Bueno a nosotras qué nos importa qué le haya pasado, mi mamá también es profesora y cuando se enferma no va a la escuela, él tiene la culpa de haber venido estando enfermo, pero no..... el nunca se enferma, nunca falta, no fuma; papá me dice que si fuma pero cuando está tomado en las fiestas. Los niños no hemos visto  a nuestro profesor ni chumado, ni sacando humo por la nariz. Mi papá en cambio cuando va a salir los domingos a la cancha a ver el básquet, primero mete en el bolsillo la cajetilla de tabacos Lara, a veces para regalar porque el tampoco fuma mucho. El profesor dice que el trago y el tabaco matan las neuronas del cerebro, a veces  sé decir “celebro”, no  celebramos nada dice mi profesor cuando me oye.
            Parados en columna en el patio cantamos “Al cantarte Patria mía “ y pasamos a las aulas. El profe estaba sacando el registro para tomar las lecciones y nos dijo levantando la cabeza, como siempre: - Buenos días niños!. - Buenos  señor! respondimos en coro.
            No tomó la lección sino que se dio cuenta que le estábamos mirando a los ojos y entonces nos conversó lo que había pasado:
- Unos niños piensan que yo he tomado anoche y que vengo borracho, no niños, yo no tomo ni fumo. Lo que pasa es que ayer tuve como ustedes bien lo saben, sesión de padres de familia, estaba dando discursos toda la tarde, vinieron a la sesión las madres de familia, porque los idiotas de los padres nunca asisten – me dio miedo oírle así al profesor, pero siguió él, de miedo de convertirse en presidentes de esta lacra de escuela. Estaba aquí la que dicen flor  Chancleta con su risa idiota, y cuando resultó nombrada tesorera ni se dio cuenta, estaba una señora que no sé el nombre, pero dicen que el marido trabaja en la compañía, será por eso que vino con una especie de minifalda y se sentó adelante, enseñando las piernas hasta cerca del principio del ci...., estaba un idiota de padre de familia que pedía que se constate el quórum, ni que estuviéramos en el juicio al Dictador. Estaban las señoras esposas de los profesores del páramo y que tienen a sus hijos en esta escuela, estaban sentadas juntas las tres en el cotorreo y la otra que fue mi alumna, al frente haciendo como muecas a las otras. Pero eso de la sesión no fue nada malo niños, las madres de ustedes no habían venido, no asistieron, tendrán que ser sancionadas. Lo que me sucedió fue, hizo una pausa y tomó aire el profesor, que cuando llegué a mi casa me pasaron de merienda arroz con lentejas, sopa de fideo y agua de limón. Sería  por eso que cuando a las once de la noche me quise dormir, me asaltó  un gran susto, apenas cerré los ojos tuve una pesadilla. No era que se me acababa el dinero porque siempre se acaba y no pagan a los profesores, de todas maneras me volví a dormir y empezó mi desgracia. Soñé toda la sesión, volví a ver las piernas de la señora, nuevamente di los discursos tontos de la tarde. Pero vi otras cosas peores, vi padres de familia pobres y enfermos que sin zapatos estaban sentados frente a mí, diciendo que querían buena educación para sus hijos, que querían que profundice el estudio de inglés. Después soñé lo más horrible que no debe pasar. Estaba dando clases a un grupo de niños indígenas y mestizos como ustedes que son mis alumnos de verdad, no les conocí a los alumnos, no quería conocerles porque no era mi grupo de trabajo y porque yo no era el mismo, no podía dar clases, mejor dicho daba clases pero estúpidas, creo que eran experimentales como pide la Reforma Curricular del Peña Treviño. La primera clase consistió que cada alumno tenía una lavacara pequeña y una rana a la que le obligaban a poner huevos en ese instante y a base  del calor de las manos reventaban los renacuajos, y todos los niños blancos e indios hacían aumentar los sapos. ¡Qué clase tan experimental!, tan estúpida diría. Me di una palmada en la cara  a ver si cambiaba de tema y así fue, pasamos a tratar historia, estudiamos las obras del último presidente del Ecuador, que no recuerdo cómo le llamaba en mis explicaciones; y, luego les pedí que respondieran un cuestionario de evaluación y entonces fue cuando no me gustó el sueño porque todos los alumnos se pusieron a copiar del libro, me enojé y de castigo les puse cero a todos y  como su habilidad es copiar, les mandé a copiar en forma literal en el cuaderno de historia desde la 15 hasta la página 35 para mañana.
            Gracias a Dios que me desperté, entonces ya no pude dormir ni un poquito pensando que aquello  no me vaya a suceder con ustedes, Ya saben por qué vine con los ojos rojos.
            Dios mío!! mi mamá Carmen que también es profesora en el páramo no va a creer que el profe no me mandó deberes porque vino un poco loco.
Por: Gustavo Medina T. 95-10-21.



EL ASALTO  (cuento)

El baile de año viejo en la parroquia iba a ser de lo mejor, como nunca entrada libre y buena orquesta. Nadie podía perderse. Poe ello el Gustavo llamó a su pareja Sínfide para ir a bailar la última noche del año. Nunca le había visto con una hembra de brazo y peor como una belleza como la que entró llevando la noche del baile del treinta y uno de diciembre al salón parroquial.
            _ Buenas noches con todos! – gritó por sobre la música- y pasó entre prosudo y receloso, llevando con la una mano en la cintura y la otra el brazo de una preciosa señorita. Aún los músicos fallaron el compás al ver entrar tan deslumbrante mujer.
            Era justo una pareja para el Gustavino, pues era un buen hombre, admirado, respetado y se merecía tener una mujer de esa clase. Vestía de azul y lila, exhibía unas preciosas piernas, el cuerpo de reina, un donaire admirable, se movía contoneándose dulcemente, balanceando en perfecta forma el peso frágil  del cuerpo de diosa. Su peinado parecía un dócil huracán adornado con brillantes tomados de los luceros. Y su cara!, su cara, era lo más hermoso, ni larga ni redonda, sino hecha a la medida, con unos labios insinuantes, ligeramente coloreados de semirosado, ni grandes ni gruesos, sino con los que todo hombre desea besar largamente en las noches de desvarío. La nariz era fina y perfecta y dividía un rostro angelical con unas  mejillas amplias y suficientes que no necesitaban colorete porque  se sobra lo tenían de natural; y, los ojos, que mirada tan cautivadora, tan limpia, tan amplia, era como que hipnotizaba y enloquecía a quienes le encontraban con los suyos. En resumen el Gustavino entró al baile con una hermosa niña. Enseguida terminó el sed y se hicieron los comentarios: - De dónde sacó esto- - dijeron los panas- que ya estaban tomando en una esquina, los otros no terminaban de comprender cómo ni cuándo podía haber encontrado una novia tan bonita, pues no era conocida esa dama como para saber. Los más amigos, entre ellos, el Amado, el Gerardo con las esposas y otros más se acercaron a saludarles respetuosamente, más que por saludar por ver de cerca a  la pareja. Y entonces, Gustavino, dando la mano a todos iba diciendo: - les presento a mi pareja- y ella decía: -Mucho gusto señor, Sínfide, a sus órdenes- . Entonces se dieron cuenta que hasta la voz era como de una diosa, una voz como canto de sirena, que agradaba al oído y producía un deseo de quedarse a su lado.
- De dónde es ella? – le preguntó Amado-
- Es una turista que me encontré- respondió el Gustavo-.
-Qué bueno- acotó su interlocutor. Siguieron las conversas y las copas, así como los bailes. Sínfide bailaba tan exquisitamente, como nunca se había visto así a nadie, y solo con Gustavino, pues no aceptó a ningún otero hombre que lo sacara a bailar, aunque Gustavino le dijo : - Baila con Amado-.
Ella respondió: - Disculpen, yo, bailo con él- regresando a ver a Gustavino. Entonces ya nadie le pidió bailar, sino que se limitaron a bailar en bomba poniéndoles al centro y gritando: - Viva la pareja de Gustavino!. Sínfide con una sonrisa agradecía y con la mirada como que decía. – Les quiero a todos-
Pasaron las felicitaciones de año nuevo y empezaba la madrugada cuando ya mucha gente salía para sus hogares y Gustavino también dijo que era hora de irse. Sínfide afirmó, le dio un beso y salieron. El iba un tanto mareado, había tomado  muchos tragos, que le dieron todas las gentes felicitándole la “buena adquisición”, pues tenía cuarenta y cuatro años y haber conseguido una mujer tan linda y jovencita y más que nada tan fiel, pues ni bailar quería con otro, era cosa de verdadera envidia.
El camino estaba iluminado con luna llena y como de un kilómetro había que caminar para que lleguen a la casa. Pero en la esquina de los jóvenes, durante toda la noche se había fraguado una mala jugada. El Hugo y el Marcelo estaban enamorados de Sínfide, pero ella ni siquiera les dio una mirada y tenían envidia de que el viejo Gustavino estuviera con semejante hembrota. Entonces:- Tenemos que quitarle- dijo el Marcelo a los demás y ellos preguntaron:- Cómo pues?. –No ves que no quiso ni bailar, - no sea cojudo-  dijo el Marcelo- y agregó: - Les seguimos y allá en los tapiales les cruzamos el paso, le damos unas cuatro copas seguidas a él y los otros se llevan a la Sínfide a la sementera y le siguen aprovechando-.
- Claro, que está bueno- dijo el Hugo- , pero pongamos ceniza de tabaco, para que de una le coja,- agregó-
Y así hicieron. Pausadamente siguieron a la pareja y en el lugar más estrecho les sorprendieron, pero no había tal sorpresa, porque Sínfide había oído todo lo que planeaban y le contó a Gustavino.
- Bueno – dijo Gustavino- _ Vamos a ver qué les damos- . Cuando el altisonante Marcelo se acercó- A ver Gustavino- dijo- tómate una copa o sino te pegamos-.
-Ni tomo ni me pegan- contestó-.
- Toma no más Gustavino- acotó Sínfide
- Ya a usted también le vamos a dar- agregó Marcelo- y los otros se acercaron.
Gustavino cogió la copa y dijo:  -¡Escóndete Sínfide!, llama a alguien que nos ayude. Ella cual una saeta se dio la vuelta a la esquina y se puso tras de la pared, dentro de unos espinos. Dos le siguieron pero no pudieron entrar, pues era como que ella fuera un viento que cruzó las zarzas y regresaron lastimados las manos.
Entonces Gustavino gritó: -Estás bien?-
-Sí mi amor – respondió Sínfide.
-Salud, Marcelo –dijo-y tomó la copa. _Salud- contestó el asaltante y al mismo tiempo le dio un trompón en plena quijada, no avanzó a pasar el trago y ya estaba caído en el empedrado. Entonces Sínfide gritó: - ¡Venga espíritus del aire y hagan lo quedan con estos-
No faltó más, la noche se obscureció terriblemente; y, sin saber de dónde comenzó a llover golpes y patadas para cada asaltante.
Al Marcelo que era el jefe le tendieron en media calle y le seguían golpeando. El se hizo el muerto y le dejaron. Por debajo de las manos pudo ver que sus amigos estaban siendo masacrados y llevados por el terreno con dirección no sé a dónde. Sacó fuerzas y pidió auxilio, pero ni él mismo oyó el grito. Cuando tornó la mirada observó a Gustavino sentado y a Sínfide que le limpiaba la cara.
En eso Gustavino  gritó: - ¡Basta, ya no les peguen-
Calmaron los golpes, pero ninguno de los asaltantes se levantó.
Marcelo oyó la conversa de Sínfide con Gustavino. Ella decía:
-Espera voy a traerte agua- y pasó a toda carrera pisándole en la cara y en el estómago al jefe de los asaltantes, pero Marcelo no oyó pasos ni sintió el peso de Sínfide y enseguida hasta pensar qué estaba sucediendo, ya regresó con una guitig en la mano, a gran velocidad, como el viento y nuevamente le pasó pisando en la cara, pero solo como una sensación. Entonces Marcelo pensó: -Esto no es real, parece que fuera un espíritu, me golpea y no le veo, me pisa y no le siento y gritando a sus amigos se alejaron presurosos y sin conversar ni tomar ni una copa más, se fueron a su casa, pero por dentro les temblaba hasta el alma.
Al otro día no había ni un moretón en los ojos, pero les dolía terriblemente y además sentían un gran remordimiento de conciencia. Después de misa dea año nuevo, Amado, le preguntó a Gustavino:
- Y Sínfide, dónde está?
-Ya se fue- le contestó-
- ¿Cómo es que le conociste, cuéntame!-.
-Bueno, ella no es..
- No entiendo- repuso Amado-
-Sí- aseguró Gustavino- Sínfide es una Sínfide, es decir una espíritu que viene en el viento y que cuando nos hicimos amigos me ofreció acompañarme hasta cuando en realidad me case con una mujer de carne y hueso-.
-Vaya, pero no entiendo-.
No… verás Amado, todo es posible, pero mejor olvídate de todo, no les digas nada a los asaltantes y prepárate para la próxima fiesta-.
Los asaltantes supieron de esas  aclaraciones y pensaron que se habían estado enfrentando a fantasmas y juraron nunca más atreverse contra Gustavino, así le vean con la que le vean.
Por Gustavo Medina T.
Diciembre de 1995.


SAINETE EL MAGO GINES

PERSONAJES: DOS NIÑOS, EL MAGO Y EL SECRETARIO

MAGO: Señoras y señores, soy el Mago Ginés, que ando con las patas a través. Y para las queridas madrecitas en este día dedicado a ellas, les voy a ofrecer unos pocos números de ilusionismo y magia.
            Antes que nada, que haga el favor de pasar al escenario mi secretario.
(Pasa el secretario)

MAGO: Le abraza.. muy bien ¿Cómo te llamas tú?
SECRETARIO: Yo me llamo Gonzalo
MAGO: ¡Qué dices que no jalo! ya verás picaruelo!
¿Eres honrado?
SECRETARIO: ¿NO!
MAGO: ¿Cómo que no? ¿Sabes robar también?
SECRETARIO: Si... pero los corazones
MAGO: Vean al bandido...... los calzones dice.
Déjate de payasadas y vas a tener este papel – le da haciendo un cartucho- indicando al público que no hay nada.
¿Señoras y señores! voy a colocar este pañuelo en el cartucho. Este lindo pañuelo que compré para regalar a mi madre.
¿A ver póngale ¡ muy bien
SECRETARIO: Coge el cartucho con el pañuelo, acomodando entre las dos hojas del periódico para que no caiga.
MAGO: ¿Ahora le tapo! Cojo mi varita mágica, le paso y le pongo los polvitos de mama Celestina, que está allá en la cocina.
¿Ya está! Abracadabra patas de cabra- que este pañuelo desaparezca.
A ver Secretario—sople tres veces y diga papalito, papelito.
SECRETARIO: Sopla tres veces y dice papelito papelito.
MAGO: Muy bien voy a sacar el pañuelo para entregarle a mi madre. ( desdobla el papel y muestra que no hay el pañuelo.
MAGO: Ahora voy a presentarles otro número señoras y señores.
Tengo aquí un huevo de gallinita y voy a esconder en la  cabeza de mi secretario. le tapo con esta gorra y ya está!!
Venga mi varita  mágica.... los polvitos de mama Celestina-------Abracadabra, patas de cabra, que este huevito desaparezca!!
Cierre los ojos Secretario.
Sople tres veces y diga huevito, huevito
SECRETARIO: Sopla y dice huevito, huevito.
MAGO: Golpea la gorra, rompe el huevo en la cabeza y dice ¿DESAPARECIO!!


EL CARNAVAL (cuento)
Era un lunes tarde del mes de febrero de 1980, vísperas de la fiesta de carnaval en un pueblito de la provincia del Tungurahua. En el lugar los moradores se venían preparando con un mes de anticipación para conmemorar la fiesta en homenaje a la Virgen del Rosario, que es una pintura en un  pedazo de piedra que se encuentra colocado en la parte más alta del Altar Mayor de la iglesia de ese pueblo católico por excelencia.
            Siguiendo la costumbre en esa tarde debían realizarse varios números, entre ellos a las tres de la tarde ingresaba a la plaza la pasada de chamizas, que venían precedidas por una banda de músicos sucios y borrachos, detrás venían unas veinte yuntas de bueyes, arrastrando cargas de retamas, la mayoría de los dueños de las yuntas llegaban en estado avanzado de ebriedad. Lo que hablaba a las claras cual había sido el trabajo ese día. Sentados en las malezas profiriendo insultos y gritos de toda clase. Como seguía entrando la chamiza, alguien en la plaza seguía consumiendo la volatería.
            Terminada la entrada de chamizas se acercó un indígena, llamado Pablo, y que estaba vestido con terno de casimir barato, les repartió trago a los músicos al tiempo que les platicaba algo. Seguidamente emprendieron la salida de la plaza tocando una alegre tonada. Muchísimo público en  su mayoría indígena se encontraba presenciando la fiesta y paseándose detrás de los músicos. Pasaría quince minutos cuando por una de las calles apareció la banda de músicos, en ese instante se estaba realizando la entrada de disfrazados, serían unas veinte parejas ataviados con vestidos de cholos y cholas, con pañuelos de colores en las manos (en los puños), bailaban alegremente. Cada hombre llevaba una botella de trago a la mano para seguir tomando en cada descanso que tenga el baile.
            Detrás desfilaban indios cargados volatería, es decir juegos pirotécnicos, tales como: toros, chihuahuas, castillos y paquetes de voladores y sogas, que son conjuntos de treinta o más tiros amarrados en un carrizo, mientras tanto uno de entre ellos en la mitad de la plaza seguía prendiendo la volatería, lo que animaba a los concurrentes. Pasaron los disfrazados, la volatería, y detrás venían unas escuadras de indias, vestidas de fiesta. Llevando lavacaras humeantes de incienso, otras con grandes ceras y ramos de flores de todo color. Las mujeres entraron a la iglesia y los hombres de la pólvora se dirigieron hacia una de las casas vecinas a guardar los pertrechos, después llegué a saber que esa era la casa del pueblo. Con esto habían terminado todo el programa de vísperas de fiesta.
            Para este año se había dado un giro en el programa y seguidamente debía realizarse la coronación de la reina del carnaval y cuya dignidad está en una damita muy atractiva de 16 años de edad, hija de la mejor familia del pueblo y también de la más rica, no podía ser de otra manera, su padre era el señor Pedro y la madre la señora Victoria, ellos había hecho todos los gastos, para no quedar en ridículo ante las autoridades y los invitados. Además de la corona que va a ser ceñida, el honor era muy grande, ya que a más de las consideraciones, estaría en el plano de contraer matrimonio con u no de los mejores muchachos y esto se iba a dilucidar esta misma tarde.
            Para el acto se hubo acomodado un escenario alto, a unos siete metros de altura, tomando como pilastras las torres de la iglesia. Estaba lista una buena orquesta y todas las autoridades seguían ascendiendo al escenario, mientras el animador seguía invitando a presenciar el acto. Por la calle principal se acercaba la reina, acompañada de de sus padres y de un séquito especial formado por familiares. ¡Se acerca nuestra reina!! Gritó por la amplificación el animador y el público situado en el sector se dio vuelta a la calle y formaron dos filas a los costados para que por medio pasara la reina. Jenny quedó hipnotizada al chocar la vista con tantas miradas; pero siguió adelante saludando  a su pueblo y repartiendo besos imaginarios. Las autoridades estaban de pie y la orquesta empezó a tocar una marcha. Jenny venía vestida de blanco entero, con guantes largos y finos y un hermoso ramo de flores en el brazo.
            Empezó a subir al escenario la reina- el público estalló en aplausos y gritos de júbilo, ella ya no se acordaba , por la emoción, de sus padres, que se habían quedado en las primeras butacas, que el señor teniente político les había reservado, solamente pensaba en el momento culminante, ¡ cuando debía darse el baño de su vida!. Llegó al centro del escenario y todo el ruido terminó, pues la ceremonia comenzaba – el animador leyó el programa y dijo: Coronación de Jenny Primera, reina del carnaval, a cargo del señor José…, primera autoridad el, pueblo.
            Inmediatamente se puso de pie un señor alto, un tanto flaco, de cara larga por la mala noche, vestido de terno azul marino, levantó la voz para hablar: “Jenny Primera, honor de nuestro pueblo, la más hermosa de todas las flores…. Y en ese sentido siguió alabando a la mujer hecha reina y a la belleza convertida en mujer. Abajo el padre de Jenny fumaba sin descanso y la madre lloraba de alegría, no faltaba motivo, la familia ganaba enorme prestigio con ese reinado. Una niña escolar acercó hacia el señor José u charol plateado, con la corona de la reina. El hombre delicadamente tomó el fino metal entre sus dedos y colocó en las tiernas sienes de Jenny, pero no lo besó, puesto que aquello estaba reservado para más luego en forma oficial y debía realizarlo solamente el escogido.
            Jenny agradeció con una amplia sonrisa al tiempo que saludaba con el brazo en alto. Nuevamente los aplausos atronaron. Al tiempo empezó a sonar una música muy alegre. El animador tomó el  micrófono y anunció: Ahora señoras y señores debemos aprestarnos a presenciar “el baño del casamiento de Jenny”, para nuestra reina un aplauso más! Viva Jenny Primera!!- ¡Viva ¡! Coreó el público.
            El baño consistía en que desde la plataforma en donde se encontraba Jenny, debía arrojarse a una laguna que se encontraba justamente por debajo del tablado aquel. Una vez que ella hubiera tocado con su cuerpo el agua, los pretendientes al matrimonio con Jenny podían entrar en acción. Desde el tablado el animador organizó el acto. Alrededor de la laguna que era de unos cinco metros de diámetro y según se supo después tenía seis metros de profundidad, se colocaron seis jóvenes vestidos de terno negro, cada quien arrojó los mejores perfumes y las más hermosas flores. Esperaron en forma tensa a que Jenny descendiera al agua. El que logre sacarle del agua a la reina, tomándola del brazo derecho tenía la venia de todos incluido de los padres para contraer matrimonio con ella (desde luego después que termine la fiesta).
            Todo el ambiente estaba preparado y en el momento menos esperado, Jenny alzó el brazo, dio besos y se despidió del público, depositó las flores en la mesa, se ajustó la corona y en forma angelical se lanzó al agua. Todos respiraron en forma contenida mientras se producía la llegada de la reina hasta el agua, pues parecieron largos minutos.
            Rosaron las blancas vestiduras el agua y los seis pretendientes cual águilas en picada se lanzaron para rescatarla a la futura esposa del que mejor suerte tuviera.
            Los padres de Jenny se aprestaban a intercambiar  miradas con el futuro yerno, cuando emergiera a la superficie. Los segundos transcurrieron lentos y todos hacían cálculos de que ya debía asomar la futura pareja de novios, pero no alcanzaban a ver ninguna cabeza.
            Todos creían que adentro debía haberse producido una gran lucha entre los jóvenes; y, por lo tanto se podía temer el ahogamiento de Jenny, mas en ese momento salió uno de los jóvenes, la corbata hacia la espalda y cogiéndose del borde de la laguna movió la mano en señal de “no hay”, la gente se le rió largamente de la mala suerte que había tenido al dejarse arrebatar la esposa y las palmas se aprestaban para aplaudir al feliz triunfador; pero que sorpresa, en un instante más todos los seis jóvenes estaban fuera del  agua y Jenny no venía con ninguno de ellos!!....Se produjo gran alboroto, gritos y carreras. Apurado se bajó la autoridad que coronó a Jenny y averiguó a los jóvenes….lo que sucedía es que no aparecía por ningún rincón de la laguna la reina. ¡El susto fue grande…algo menos que increíble, ¿Cómo podía perderse?;….se desvistieron los jóvenes, a ellos se sumaron otros de entre el público y en parejas se lanzaron repetidas veces y en turnos a buscar a Jenny en la profundidad de la laguna. Mientras tanto el desagüe era abierto, los minutos parecían que no demoraban por la desesperación….Ya puede estar ahogada – se decía…..Nadie encontró a  Jenny!! Una hora demoró en salir toda el agua de la laguna, entonces se pudo observar claramente l fondo negruzco: Ni una señal de persona alguna, peor de Jenny; solamente la corona de Jenny estaba brillantemente abandonada en el centro de la laguna….sobre el lodo.
            Al otro día se suspendió la fiesta y se hizo un velatorio imaginario. Cambiaron el nombre y la fecha de la fiesta y  se tapó la laguna. Yo fui el animador.
AUTOR: Gustavo Medina. Enero 31 de 1980. (No está dedicado a nadie)